Los sueños.
Espontáneas imágenes veloces que atraviesan tus noches controlando tu cuerpo y tus sentimientos por un momento. Cortos pero de extraordinaria fuerza. Se apoderan de tu mente como el mayor de los hipnotizadores y juegan con ella cual marioneta, frágil, débil, sin poder oponer la menor resistencia. Pesadilla o no, estamos resignados a soportarlo. ¿No es eso una forma de suplicio?
De cierto modo, tu cabeza actúa como el peor traidor. Perfectamente consciente de tus miedos, te los echa en cara, porque es el dueño de todos tus secretos...
Desde siempre sabía distinguir los sueños de la realidad, la frontera entre ambas era amplia. Saltar de un mundo a otro sin confundirlos ni un segundo era tarea fácil. Sin embargo, la ventaja que tenia sobre ella disminuyó, y me acabó alcanzando, haciéndome caer en locuras, engañándome, haciendo que tenga mis sentimientos a flor de piel... Mis mayores miedos pasaron del lado de mi cama, es más... duermen conmigo todas las noches. Un dulce asesino imaginario con el que convivo perfectamente.
Vulnerables a nosotros mismos.
Entre dos aguas.
miércoles, 6 de abril de 2011
xoxo, Evita Vilor en 11:50
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