Tengo ganas de comerme el mundo, de emborracharme, de ir a mil fiestas, de pasarlo bien con mis amigos, de viajar a tomar por culo, de besar y abrazar, ver películas y seguir soñando, de fumar cachimba, sacar fotos de noche, comer lo que te hace engordar y reírme a carcajadas... porque son cosas que siento que cada vez hago menos.
Cada vez más mi rutina me encierra, y un hipotético viaje es lo que de verdad me ha dado ilusiones como hacía tiempo que no las tenía, pero sé que esto es posible aquí. Solo necesito que alguien sepa sacar eso de mi, conocido como desconocido, y sé que más de uno podría hacerlo. Quizás sea la persona menos rutinaria que puedas conocer, pero mi vagueza extrema me tiene todo el día relajada y contemplando nubes mientras veo como el resto del mundo se apresura de un sitio a otro, y no quiero. Noto que los segundos se escapan entre mis dedos, y quiero aprovechar cada instante contigo, con ellos, que hagamos mil travesuras y vayamos a todos los sitios a los que ya hemos ido por separado. Sonará raro pero necesito acumular recuerdos a montones, es mi forma de conseguir pequeños tesoros que harán que pueda seguir adelante, que hagan que cada día acabe mejor que el anterior, y que me hagan sentir que todo vale la pena, que me hagan sonreír mientras conduzca o justo antes de dormirme. Que todos miren y piensen que no hay nadie como nosotros, que tenemos nuestro propio mundo aparte y que a pesar de ello, ni siquiera intenten entrar. Una felicidad en estado puro quizás no esté tan lejos de conseguir para mí, pero no pido nada de nadie. Solo pongo a prueba lo que cada uno sería capaz por hacer que lo sea. Verificar el dilema.