Quieras o no, tengo miedo. Desde aquel entonces soy una desconfiada, demasiado inocente quizás. Esconderme hasta reventar es mi forma de aguantar, de que no me tomen por loca, porque lo harían, ¿entiendes? Y si no te lo digo, es por vergüenza, o por que estoy cansada de que me repitas veinte veces lo mismo y a pesar de eso no quieras cambiar ni un poquito... por mí. A veces desearía que te pusieras en mi lugar, que lo vieras todo desde mi punto de vista, que no es tan fácil para mi confiar por razones más que obvias. Es un enfrentamiento constante entre mis dos personalidades que se traduce por bipolaridad; o el hecho de ponerme celosa medio segundo y recapacitar al siguiente. En cambio me verás con una sonrisa siempre puesta en la cara, disimulando, a pesar de tener mis momentos de querer mandarlo todo a la mierda.
Te gustaría luchar por mí, pero no te hace falta y lo sabes. A cambio solo pido lo pedido en anteriores conversaciones. Sacrificios. Uno solo. Abre los ojos y date cuenta de que siempre está en medio, y no soy la primera que se raya por ello. Al menos que te des cuenta de eso.
Llegará algún día en que esté harta.
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