Difícil creer que cada segundo que pasa nos aleja más y más.
Esos segundos que malgastamos mirando a la pared, durmiendo o escribiendo entradas en un blog. Todos esos son los que construyen esa barrera imaginaria que yo no consigo derrumbar a pesar de estar cerca de ti, poder mirarte o incluso dirigirte la palabra. Tras un pasado común, llegado un determinado momento en nuestras vidas, nuestros caminos se bifurcaron, pensando que un cruce nos haría volver a nuestra adorada rutina. Y seguimos caminando, mirándonos de vez en cuando, pero desgraciadamente, cada vez desde más lejos. Ya no conseguía verte, y entendí que nuestros pasos nunca volverían a cruzarse, que nuestros caminos llevaban a sitios distintos. Maldije el momento en el que decidimos cambiar de dirección.
Hoy no te echo de menos a tí, solo extraño todos nuestros días. No eras imprescindible en mi vida pero el vacío que dejaste me enseñó que sí te necesitaba. Ahora te miro y no te reconozco, asumo errores, pues todo pasa porque tiene que pasar.
0 comentarios:
Publicar un comentario