Bajaba las escaleras corriendo con prisas, pues el avión no esperaba y aún faltaba algo totalmente necesario para un viaje que agotaría un cuarto de su día, un libro. No había nada interesante en todos los sitios en los que ya había buscado; su cuarto, el de su hermano, el de sus padres. Y se acordó. Una maleta llena de libros yacía en el suelo del garaje. Encendió la luz, corrió la cremallera y uno de ellos le llamó la atención. Estaba en francés pero su título traducido era "Los hombres vienen de Marte, las mujeres de Venus".
Mido tus palabras sílaba por sílaba, intentando descifrar cada mensaje oculto, cada doble sentido o cada intención escondida, porque siento que a veces no hablamos el mismo idioma. Palabras se quedan en el aire mientras las desmientes al día siguiente, y por mucho que en el momento piense haber averiguado tus sentimientos reales, es imposible saber si segundos después no vas a contradecir mis pensamientos. ¿Dónde queda la estabilidad en todo esto? ¿Dónde queda lo que yo necesito?
Ya no es cuestión de esperar. Es cuestión de hacerme sentir algo que dejé de sentir hace tiempo.
Seguridad.
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